- Entrevista a Pablo Llonto
Durante la última dictadura militar, Pablo Llonto atravesaba sus primeros dieciocho años de vida. Aquel adolescente creció con la carga emocional, el miedo y la culpa de haber formado parte de uno de los episodios más vergonzosos para la sociedad según sus propias palabras.
El Mundial de 1978 lo encontró estudiando dos carreras, aquellas que lo marcarán por el resto de sus días. “Estudiaba periodismo en el Instituto de Ciencias de la Información y abogacía en la UBA. Y si bien hacía algunas notas para algún diario de Perú, porque mi padre era peruano, y salían publicadas otras en algún semanario o mensuario de estudiantes de comunicación, no hacía periodismo formal”. Tal como él lo expresa, en junio no se dedicaba aún al periodismo, por lo que vivió el campeonato de fútbol como estudiante y como hincha.
Su actividad profesional, comenzó a fines de ese año:
“Mi primera nota paga fue en octubre de 1978 en Clarín. Ese fue mi ingreso formal, yo ya estaba yendo a clarín a llevar cosas para que las vean e insistía, había dejado mis datos, fui a distintos medios y en octubre me llamaron para hacer la primera nota paga”, expresa con el entusiasmo de un principiante.
La época por la que transcurría el país no era una más, tampoco el diario al que le tocó ingresar para dar sus primeros pasos en el periodismo.
“El sistema de Clarín no era diferente al de otros diarios que tenían un sistema autoritario y antidemocrático en la toma de decisiones.
Estaba muy limitada la libertad de expresión y la bajada de línea era muy fuerte.
Igual, todo esto lo deduje en reflexiones posteriores. Cuando yo entro estaba embobado por llegar a Clarín y todo era maravilloso. Más allá de la peste que hacíamos todos nos parecía muy bueno, como cualquier primer trabajo de lo que te gusta.
Después reflexiónás y te das cuenta que Clarín era un diario cómplice y oficialista, muy a favor del gobierno en la política deportiva.”
- ¿Qué intentaron demostrar los militares con la organización del Mundial?
- Ellos se aprovecharon, vieron un elemento que ya estaba y tomaron la decisión de hacerlo. Ratifican lo que ya venía del gobierno peronista que era poner en marcha lo del mundial y le comunican a la FIFA que lo van a hacer.
Sobre esa base, que es la ratificación del mundial, empiezan a ver que es una buena manera para mostrar la cara del país, decir que los argentinos somos tal y tal cosa, de aprovechar y utilizar el tema del fútbol para también ellos mostrarlo políticamente.
Yo creo que no fue una decisión de laboratorio, sino que iban pasando los meses, el entusiasmo futbolero argentino iba aumentando y ellos iban aprovechando, le iban sacando el jugo a los aspectos que ellos veían favorables del mundial. Y cuando el globo era muy grande fueron dándole un matiz bien de dictadura, esta cosa de: el mundial va a ser el hecho que vamos a generar, que nos va a servir para desmentir todo lo que se dice en Europa de que acá hay desaparecidos, muertos, dictadura, etc. Vamos a utilizar el mundial para que el mundo venga y vea que en la Argentina está todo en orden y todo el mundo está contento.
-¿Cuál fue la magnitud que tomó el mundial en la dictadura de 1978?
- La dictadura tuvo dos episodios que, además de ser los más vergonzosos para la sociedad, son los puntos de mayor popularidad que increíblemente tuvo la dictadura. Uno fue el mundial y otro la Guerra de Malvinas.
La Argentina y los argentinos pre mundial, durante el mundial y la argentina del 2 de abril al 14 de mayo aproximadamente, son dos Argentinas de las que tenemos que arrepentirnos toda la vida, dos países manejados por dictadores y dos sociedades enfermas por la mentira, por el fútbol y por la guerra.
Son sociedades que se pusieron, -perdón, que nos pusimos- la venda, que no teníamos ninguna crítica y que no pensábamos.
El país era una pelota de fútbol. Perdimos el punto de observación mayor que era que este país estaba manejado por militares, que era el país más antidemocrático del mundo.
- ¿Conociste a algún periodista que haya tenido una postura más activa?
-No hubo periodistas que tuvieron una posición crítica. El único que la tuvo, previa al mundial, y murió en abril de 1978 fue un periodista que es reivindicable en muchos aspectos: Dante Panzeri. Un periodista muy reconocido por su visión crítica antes del mundial y de la dictadura. Él llegó a dirigir la revista El Gráfico con esa misma visión crítica del deporte, Panzeri, que anduvo muy sólo en este tipo de periodismo, fue el único que adoptó una posición crítica previa al mundial pero que no tenía que ver con la dictadura, criticaba al mundial porque venía sosteniendo que era un país que estaba con serios problemas económicos y que no podía darse el lujo de dilapidar fortuna. Lo observó y lo cuestionó desde ese punto de vista, mantuvo la crítica y falleció en abril, ni siquiera llego a verlo. Siempre digo que hubiese sido interesante ver que escribía en esos días previos y durante el mundial pero ni siquiera ese lujo pudimos darnos.
-¿Sentís, como ciudadano y sobre todo como periodista, la obligación de hacer algo hoy en día y seguir participando en temas relacionados a la última dictadura?
- Yo formo parte de una población que de una u otra manera tiene que tomar sus culpas. En mi caso, desde los dos últimos años de la dictadura en adelante, que es cuando tomo conciencia y, como muchos jóvenes, tomo una posición frente a eso. Intento hacer todo lo posible para que esto no vuelva a ocurrir y para que se haga justicia con los máximos responsables de esta dictadura.
Hay una relación muy fuerte entre lo que uno hace y lo que hizo como adolescente. Yo atravesé el mundial de 1978 y muchos hitos deportivos en los que la actitud fue siempre la misma y formo parte de esta sociedad; una sociedad que está atravesada por la dictadura, en la educación, en la economía, en la política y en el periodismo.
Fue una herida tremenda, que marcó a fuego a generaciones y generaciones. Está en la historia y condicionó a todo lo que vino después.
-¿Cuál es la diferencia entre hacer periodismo deportivo en la época de la dictadura y en la actualidad?
- Bastante. Porque hoy tenés, desde hace un tiempo, una corriente de periodistas deportivos con una visión crítica del poder deportivo.
Cuando muchos te dicen correr el velo para mostrar todo lo que hay detrás, no tiene sólo que ver con el poder ejecutivo, sino también con el poder político, económico, educacional, religioso y el poder deportivo.
En la actualidad, hay dos tipos de periodismo deportivo: un 80% cobarde y chupamedia, que se mantiene desde la dictadura, y un 20%, que no existía en esa época, y que tiene posiciones críticas. Que entiende que el mundo no es una pelota, que el deporte tiene que servir para cuestiones sociales y que no puede ser convertido en un negocio.
Esa corriente de periodistas hoy existe y antes no. Por suerte, existen.
Ya pasaron más de treinta años de la última dictadura militar, Pablo Llonto no es aquel adolescente que salía al mundo profesional lleno de ideas. Ahora, el mundo lo encuentra con otra postura, en otra posición. La inocencia que lo caracterizaba en ese entonces, la falta de conocimiento que alcanzaba a toda la sociedad, no van a ser acontecimientos que se repitan en su historia.
Hoy, consciente de la realidad que lo ha tocado desde cerca, carga con las culpas, pero a pesar de ello, sigue adelante, en la lucha inalcanzable por remediar, aunque sea en una mínima medida, el momento más sangriento de la historia argentina.