Digerir una derrota dura e inesperada no es fácil y menos para un pueblo tan "futbolero" como el argentino. Por eso los análisis y los pensamientos a futuro son prematuros y difíciles de hacer con la herida abierta. "Para ganarnos van a tener que ser mejores que nosotros", dijo Maradona antes del partido. Y eso sucedió. Alemania le dio una lección de fútbol a una Argentina que pagó demasiado caro las consecuencias de la idea del "golpe por golpe". Una realidad increíble para muchos, pero incuestionable.

Un mediocampo muy descubierto, un planteo suicida contra un equipo que no es el de aquel amistoso en Munich que se fue abucheado por sus hinchas, en marzo. En esa franja de mitad de cancha, Alemania hizo lo que quiso, jugaban cinco contra tres. Jugando así, a cara descubierta, de contraataque es muy probable salir lastimado, y este equipo duro y preciso lo hizo, porque no es cualquier equipo, sino que es el más contundente, el que mejor llevó a cabo las transiciones de defensa a ataque en el Mundial. Partieron al equipo de Maradona, coparon la mitad de la cancha y obligaron a retroceder demasiado a Messi. Ni siquiera se recuerdan jugadas de riesgo que hayan puesto en peligro el arco defendido por Neuer . Los jugadores argentinos para colmo, dejaban que los teutones circulen la pelota, les permitíeron que la reciban y después los marcaban. Ningún tipo de presión y Alemania crecía en los pies de Müller, Podolski, Lahm y el excelente rendimiento de Schweinsteiger, y es merecido el hecho de enfatizar a un jugador que generalmente no tiene semejante desempeño.
En el primer gol, Otamendi, nervioso y acelerado como en todo el partido, pierde la marca del jóven Müller, en el segundo Demichellis sale, y está claro que un central que sale nunca puede frenarse. Y el segundo golpe (porque no fueron goles, fueron golpes) fue el que más derrumbó al conjunto nacional. En su mejor momento, haciendo lo posible para conseguir el empate, a punto de entrar Pastore, Alemania aumenta la diferencia en el marcador, y después de eso empieza el desastre. Un 4-0 producto de errores, desequlibrios, descompensaciones donde la frialdad alemana supo pasar por encima la desesperación argentina. Además, al igual que frente a Inglaterra, a Alemania no le importó tener el partido liquidado, sino que fue en busca de más y demostró su hambre de gloria y por qué hoy, es un candidato firme.
Este capítulo pudo tener otra resolución. Porque los europeos abrieron el marcador con una pelota parada, y porque la Selección Nacional tuvo 15 minutos intensos para empatar en la segunda etapa. Este gol no llegó, y con mayor cantidad de espacios, los dirigidos por Löw aprovecharon cada situación que tuvieron.
Alemania fue tan precisa y demoledora que no usó más de 70 minutos de los noventa reglamentario. El encuentro también demostró que nunca se pudo adivinar la propuesta argentina en la tarde de Ciudad del Cabo. No hubo cartas de intención que pudieran descubrirse. Alemania puso todo y quitó todo.
Exacerbar lo malo no es correcto, de la misma manera que exacerbar sólo lo bueno cuando se produce una victoria, tampoco. Es una cachetada futbolística, porque como bien lo describió un periodista: "La desilución tiene el mismo tamaño que la ilusión".
Queda hablar del enigma de Lionel Messi en la Selección, de la continuidad de Maradona y del futuro incierto.
Un Mundial sin un gol del mejor jugador del mundo. En realidad, no es eso lo que más pesa, sino no haber podido contar con todo su potencial y que no haya terminado de explotar al máximo esas cualidades de las que nadie duda. La culpa, está claro, no tiene nombres, pero en medio de la bronca y el fracaso el primero que aparece es Messi, que lamentablemente, sigue en deuda con los argentinos, pero no por el simple hecho de compararlo con Maradona o con "el Messi del Barcelona", sino porque se le exige mucho más. Sin embargo, su rendimiento se debe principalmente a una estructura, a tener al jugador más codiciado y todavía no haber podido encontrar la manera de aprovecharlo. Maradona le dio libertad, las restricciones se las pusieron sus rivales y él mismo, pero siempre, teniendo en cuenta un contexto desfavorable para un futbolista de las características de Leo.
Por otro lado, no es ilógico pensar en la prolongación del contrato de Maradona, pero tampoco es ilógico pensar lo contrario, ya que cuando finaliza un Mundial, finaliza un ciclo, y de esta manera, cuando un equipo cae rotundamente no hay pero que valga. De todas formas, es injusto que un partido sea el punto de partida para tomar semejante decisión, sobre todo teniendo en cuenta que Maradona trabajó muy poco tiempo con estos jugadores, que el sistema de eliminatorias conspira en contra, que esta experiencia en un Mundial es el comienzo de Maradona como director técnico, que a diferencia de un verdadero equipo como es Alemania, Diego necesitó muchísima más amplitud y tiempo para conformar una base con excelentes individualidades que juegan en diferentes partes del mundo y que a penas se conocen. Los futbolistas alemanes juegan en su mayoría en la Bundesliga, y esa conexión producto de una mayor ejercitación es lo que hoy los convierte en el único equipo que llegó merecidamente y sin crítica alguna a la semifinal de la Copa del Mundo.

La figura de Maradona genera sentimientos muy ambiguos. La admiración o el odio son los dos extremos que siembra con su forma de ser. Cada persona es libre de encolumnarse en el grupo que sienta apropiado. Hoy quienes lo aman, lo aman el doble, y quienes no lo soportan, lo detestan el doble. El "diez" tomó decisiones quizás con soberbia, quizás dejándose llevar por un capricho, o por enamorarse de un sistema que lo obligó a pagar caro, quizás por no pensar un Mundial partido a partido, sino jugando todos de la misma forma. Pero se mantuvo seguro y actuó con convicción y eso géneró el deseo y la inmensa ilusión de todos los argentinos. No faltó nadie que en algún momento haya creído que éste era el momento de obtener el título. La unión del grupo que se expresaba a cada momento, la alegría del entrenador en cada charla con la prensa, y la contundencia que había en ataque fueron algunos de los factores que sembraron esa expectativa.
Sí, es verdad, también se equivocó y se contradijo por ejemplo con el tema de la figura de Verón, o con su preferencia a la hora de jugar con cuatro centrales, algo que algunas veces vimos y otras, no. Pero marcó un camino y creó un grupo realmente muy unido.
Lo importante es que esta caída y esta tristeza sirvan para algo en el futuro, porque hay un plantel joven del cual se puede sacar un gran provecho, porque hay magníficas figuras que necesitan tiempo para poder mejorar en cuanto al acople defensivo, la marca y la presión. Frialdad, tranquilidad y reflexión. Recién cuando esas tres cosas puedan aflorar, se podrá analizar todo de una manera más profunda y tratar de encontrar una solución, para no volver de nuevo con las manos vacías y pasar de nuevo por este triste escenario.