- S u d á f r i c A 2O1O
Muchas veces el costado no deportivo del fútbol vale más que hacer un buen papel en la competencia. Sudáfrica es uno de los tantos países africanos que ha padecido - y padece – las peores calamidades que azotan este mundo. Hace 20 años la historia de este país era muy distinta y difícilmente era posible pensar en que en esas tierras podría presentarse un escenario como el que se desarrolla desde el 11 de junio.
Los principales miembros de la FIFA no confiaban en que un evento de tanta magnitud pudiera ser albergado allí, a pesar del mundial de rugby organizado en 1995 y las actuaciones de importante nivel internacional que realizan los
Sprinbocks en esos maravillosos estadios. Pero el rugby no es el fútbol, no hay deporte que tenga más incidencia social que éste. Alguna vez habría que entender por qué logró tal dominio. De por sí, un deporte colectivo tiene ciertas ventajas sobre los individuales:
esa sensación de sentirse parte o aliado con otros en busca de un mismo objetivo. La sensación de armar algo más fuerte que uno en esa suma y lógicamente, es más fácil identificarse con un equipo y por ende, con ese deporte en el que el gol no es el resultado de la lógica, sino del azar, y el hecho de contagiarse por la magia del gol es algo extraordinario.
El fútbol es clave para atraer las miradas del mundo, un elemento importante para entender los procesos sociales e históricos por los que atraviesan los países. Y ésta es la oportunidad para que al menos una vez, el continente africano tenga
la atención que se merece.
Ese lugar donde el ser humano tuvo sus orígenes, ese lugar sometido, esclavizado, donde la pobreza y las enfermedades generan cifras de muerte terroríficas, donde las personas son consideradas seres ‘inferiores’ por su color de piel (!). Ese lugar del que poco se habla, hoy es el que mayor atracción produce a nivel mundial.
Y los sudafricanos viven una fiesta constante que va más allá de la competencia deportiva. Este mundial no quiere pasar por alto el mensaje de esperanza y unidad, no quiere dejar de exponer ese contraste entre pobreza y progreso.
Particular, atrapante. Así es la cultura sudafricana. Con el espíritu de libertad, con el espíritu de Nelson Mandela más presente que nunca.
Hoy, tras varios años de dolor, corrupción racial, tortura y esclavismo, Sudáfrica le abre las puertas a
TODOS.
En el concierto de la previa del inicio del mundial que se realizó el jueves 10, había más de 30 mil personas, las bandas musicales transmitían alegría y los videos que se pasaban en pantalla gigante daban cuenta de la dura realidad de algunas zonas del país. La recaudación de este evento será destinada al Programa
“One goal”, para que 72 millones de chicos reciban la ayuda y la educación que necesitan y merecen.
“Acá se puede vivir con dignidad y se puede vivir como en cualquier parte del mundo”, señaló Maradona en la conferencia de prensa previa al debut de Argentina frente a Nigeria, expresando su deseo para que toda África pueda ser capaz de demostrar dichas palabras mencionadas por Diego, quién además dijo que siempre creyó que Sudáfrica podría tener las garantías necesarias para ser la sede del mundial.
Las canciones mismas lo dicen, quizás la que mejor expresa el sentimiento africano es la interpretada por K’naan:
“So we strugglin fightin' to eat and we wonderin When we'll be free. So we patiently wait for that fateful day, Its not far away but for now we say When i get older I will be stronger, They'll call me freedom just like a waving flag", algo así como “
Entonces nosotros luchamos, peleando por comer y nos preguntamos cuándo seremos libres. Esperamos pacientemente por ese día tan ansiado, no está tan lejos, entonces por ahora decimos: Cuando sea mayor, seré más fuerte, me llamarán libertad, como una bandera que flamea”.
Y no, estos muchachos no están tan equivocados. Ese día no está lejos, ya está acá.
Cierta vez los anarquistas de
“La Protesta” escribían contra
“la perniciosa idiotización a través del pateo reiterado de un objeto redondo” y concluían que
“misa y pelota son la droga para los pueblos”. En este caso,
el fútbol es sinónimo de libertad, el primer paso para el progreso, y ojalá sea el primero para decirle adiós a la marginalidad y darle la bienvenida al Fair Play dentro y fuera de la cancha.