Palpitando Sudáfrica 2010
El fútbol es el deporte que más emociones genera en todo el mundo. Es una pasión. Pero en Argentina esta sensación se potencia mucho más.
Para muchos la Selección Nacional está conformada -o debería estarlo– por jugadores que, por encima de cualquier otra virtud, sientan la camiseta, jueguen con el corazón.
Garra y actitud. Eso es lo que siempre se le pide al jugador argentino.
Tal es esta característica, que en el mundo reconocen al seleccionado y a los equipos argentinos por dicha capacidad. Ahora bien, ¿Por qué es algo que nos caracteriza? Algunos podrán decir que es algo innato de cada jugador; pero habría que ponerse a pensar si el deportista tiene tan incorporada esta cuestión que ya lo toma como algo nato, o si la garra y la pasión se generan desde afuera.
En muchas ocasiones quedó demostrado que el pueblo argentino es más hincha que cualquier otro.
El Mundial es el mejor ejemplo para explicarlo, cada cuatro años, durante un mes, más los días previos al inicio de la Copa, hay un clima totalmente futbolero.
Es imposible que alguien quede afuera, porque desde cualquier lugar se contagia este fervor. Los sponsors, las propagandas, el periodismo, todos los canales de televisión (o su mayoría), la gente, los fanáticos, todos ansían el momento en el que comience la competencia.
Durante muchos meses anteriores se escuchan frases como: “Cuando juegue Argentina, yo no voy a trabajar”, “si ganamos el mundial, prometo…” hasta el mismo técnico lo hace.
Una fiesta, así se vive y se espera Sudáfrica.
En este país que cuenta con un alto grado de fanatismo, nada se compara con ver un mundial y mucho menos con ganarlo.
Se cree que si se logra esto, el país se unificará, habrá alegría y seremos mejores. Increíble, ¿desde cuándo se vive el fútbol así? Inexplicable.
Es una pasión, no hay palabra que defina mejor al fútbol argentino. Acaso por ello, ¿sería tan ilógico afirmar que la garra y la actitud la impone la gente? No. No es ilógico, no es alocado. El país sueña con la gloria mucho más que en cualquier lado. Pero… ¿qué sucede si todo esto no resulta? ¿Si la selección no rinde lo que se espera o los resultados no aparecen? (puede suceder, porque siempre se pide y se exige más).
Todos sentirán el vacío que cualquiera padece al pasar por una frustración y las ilusiones que se tenían, serán reemplazadas por enojos y quejas a todo un equipo que vive constantemente con esta relación de amor - odio. Porque sí, tanta pasión lleva al paso inmediato de un extremo al otro.
Lo cierto, es que será algo difícil de superar para todos aquellos que ponen las expectativas de un país un poco mejor en una copa de fútbol.
Por ello, lo único que se espera de Sudáfrica, son resultados positivos, porque al final, es como dice Osvaldo Soriano: “el fútbol tiene la significación de una guerra sin muertos, pero con conflictos. Con drama, reflexión e ironía. Y amalgama a la familia, cosa que no consigue la política”. Por eso, “por el bien de todos”, se espera alcanzar una alegría que unifique a la Argentina de hoy.
Palpitando de tan cerca a Sudáfrica, no puede pedirse otra cosa más, que este sea un buen Mundial.
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