La pelea, por el título norteamericano a la cual asistieron 19.417 espectadores, fue vibrante: mientras Alí marcaba el ritmo con sus piernas y su jab imparable, Ringo respondía con su cross de izquierda. El público, obviamente, esperaba la promesa del púgil de Louisville: "Noquearé a Ringo en el noveno. Se burló de mi gente y me llamó Clay, mi nombre del pasado". Su rival, esa "esperanza blanca de los pesados" proveniente de Parque Patricios, se veía fortalecido e ilusionaba a los argentinos luego de sus dos batallas ante Joe Frazier, en 1966 y 1968, y sus victorias sobre los Zora Folley y Leotis Martin. En el noveno round, que supuestamente iba a ser el de la definición, quien cayó a la lona fue Alí, aunque producto de un resbalón y no de un golpe neto de Bonavena. Sin embargo, la fotografía de esa escena, con Ringo en posición dominante y su oponente caído, quedó marcada como una postal del deporte de nuestro país.
Como señala Ezequiel Fernández Moores en su libro "Díganme Ringo": "Ante Alí, Ringo tuvo la derrota más digna de su carrera. Y además lo terminó de consagrar como ídolo, aún sin ser campeón mundial. Porque él era querido por mucha gente, pero mucha otra gente no lo quería, porque lo consideraba un arrogante fanfarrón. Esa derrota, y esas lágrimas, mostraron otra faceta del arrogante bocón, y se terminó de ganar a casi todos los porteños", Bonavena puro orgullo, desfachatez y coraje ("Guapié, ¿no es cierto?", le preguntó a uno de sus colaboradores camino al vestuario en el Madison Square Garden una vez finalizada la pelea), no logró escribir la historia de la manera que muchos esperaban, pero más allá de no haber alimentado esa ilusión, se convirtió en un gran ídolo por haber muerto de pie en ese combate. (Video; fuente: Canchallena.com)

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